l   marzo 8, 2018   l  

Prego, Umpiérrez y Legrand Con la pelota bajo el brazo





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¿Por qué tiene que haber un momento o un lugar indicado? ¿Por qué no podemos asumir que una mujer juegue entre varones con absoluta naturalidad? ¿Por qué sorprenderse cuando una piba aparece en el barrio y les pinta la cara a todos? El fútbol está en todos lados. En la escuela, en la calle o en el campito. Es parte de una esencia que conforma a todos los uruguayos por igual. La equidad en el juego hace que las niñas anden con la guinda, la paren de pecho o tiren un taquito. Ya no afuera de la cancha viendo a su novio o su hermano, o sin emitir opinión en las charlas de los amigos. Hoy son las protagonistas de una revolución que va creciendo y rompe mitos. Hoy juegan, eluden, cabecean y gritan goles.

Mundiales

Hace diez años que Valentina Prego comenzó organizando campeonatos de fútbol 5 en Montevideo porque sus amigas querían jugar. Así fue creciendo “La Picada”, donde llegaron a jugar 50 cuadros durante cinco años todos los domingos de tarde. Ella es licenciada en psicología y actualmente es la presidenta del Consejo de Fútbol Femenino de la AUF, además de integrar el comité organizador del Mundial femenino sub 17, que se disputará en noviembre de este año en nuestro país. También ha participado de diversos eventos a nivel FIFA en búsqueda del crecimiento del fútbol femenino. Cree que el trabajo de las mujeres en el fútbol ha sido acompañado por una gran cantidad de hombres, que trabajan en conjunto para el desarrollo. “El fútbol femenino es el nombre que recibe el fútbol practicado por mujeres pero el fútbol que juegan es sostenido por el trabajo, el acompañamiento y el apoyo de otras mujeres como entrenadoras, delegadas, medicas, fisioterapeutas, árbitras; pero también de delegados, entrenadores, profesores de educación física y árbitros. Es un trabajo en conjunto que tiene como protagonista a la mujer como jugadora”.

El fútbol femenino ha encontrado un lugar muy cercano, a la par, de otros deportes practicados por mujeres. Quizá dentro del propio fútbol sigue siendo equiparable a otras ligas amateur, según entiende Prego, pero con un desarrollo sostenido muy distinto al de años atrás. Hoy se puede ver a muchas niñas jugar naturalmente en sus escuelas o en el barrio, “aunque aún sin estar del todo consolidado”. Encontró su lugar en la Asociación Uruguaya de Fútbol, llevada por la entonces presidenta Nair Ackerman, quien vio en ella un potencial para mejorar la competencia federada. Este año la primera división tendrá 20 equipos participantes, un récord, 12 en sub 19 y 12 en sub 16 jugando a lo largo de todo el año. Además hay más campeonatos en la Organización Nacional de Fútbol Infantil y en la Organización del Fútbol del Interior, o a nivel empresarial y en los barrios. “El lugar es cada vez con más participación y más profesionalización, aunque no se recibe salario, porque los cuerpos técnicos tienen personas formadas y se acompaña de un trabajo administrativo cada vez más sólido. Se usan los mismos estadios que utilizan los hombres”, sostiene Prego.

Las políticas de Estado, y el apoyo a ciertas iniciativas, ha permitido la participación a la mujer en distintos ámbitos donde antes lo tenían vedado, por los propios hombres. Según Valentina Prego esos programas han permitido que muchas chicas puedan acercarse a jugar al fútbol y sentirse iguales: “El programa ´Gol al futuro´ apoya la participación de los equipos juveniles femeninos con equipamiento, apoyo educativo, vestimenta, eso es un facilitador para poder jugar en torneos. Pero también la decisión conjunta entre AUF y Secretaría Nacional de Deporte a la organización de un mundial femenino es parte de una estrategia de posicionar la actividad femenina en el mayor nivel. Eso como parte de las políticas deportivas de la AUF para favorecer el crecimiento, eso en el marco de otras acciones con la idea de fortalecer la participación femenina en distintos ámbitos”.

¿Qué cobrás?

Claudia Umpiérrez nació en Montvideo pero se crió en Pan de Azúcar. Hace tres años que es árbitra de primera división y en setiembre de 2016 se convirtió en la primera mujer en arbitrar un partido como principal. Esa tarde Boston River goleó 5-1 a River Plate y los jugadores de ambos equipos fueron a felicitarla antes y después del encuentro. Es doctora en leyes, algo que comparte con su rol de árbitra en la AUF. Estuvo en Libertadores, mundiales femeninos y en Juegos Olímpicos.

Desde pequeña el fútbol estuvo en su cotidiana. Prefería ir a jugar al fútbol con sus dos hermanos y los chiquilines del barrio, por más que la tildaran de “machona”. “Quizá alguno aún lo piense. El fútbol siempre estuvo muy metido en mi vida, por mi familia. Para mí era vivir en un ambiente en el que siempre estuve metida, no era nada nuevo. Ingresar al curso de árbitro fue conocer otra faceta del fútbol. Lo tomé con naturalidad, obviamente que el fútbol es un ambiente muy machista y aún hay muchos que consideran que no entendemos de fútbol y que no podemos estar. Hemos demostrado que podemos hacerlo bien y eso es fundamental para nuestro desarrollo”.

Ganar su espacio en el arbitraje no ha sido fácil, porque siempre debe dar la lucha para vencer los prejuicios. Llegar a primera división le llevó el doble de años de los que lleva a un hombre e incluso tuvo que dar el examen físico para hombres para demostrar la misma aptitud. “Cada partido es rendir un examen y demostrar que estoy preparada para poder llegar. Tuve muchos halagos que eran machistas: ´te felicito, arbitraste como un hombre´. Hay gente que cuando nos ve dirigir no puede sacarse la imagen de un hombre árbitro. Hay cabezas antiguas que no entienden que las mujeres podemos hacer actividades que antes hacían los hombres de mejor forma o de la misma forma. Siempre ven lo ideal realizado por un hombre”.

“¡Andá a lavar los platos la puta que te parió!”, son parte de los insultos que Claudia y sus colegas deben soportar. Si bien ella considera que el trato de jugadores, dirigentes y periodistas ha sido excelente, cree que el entorno plantea una lógica machista que está socialmente aceptada por todos. “Deberíamos reflexionarlo como sociedad, qué valores queremos darle a nuestros jóvenes. Se ve a padres con hijos gritando cualquier cosa, me pregunto qué ejemplo queremos dar a nuestros hijos con tanta violencia verbal. Las hinchadas me insultan de forma machista pero más por mi rol de árbitro”.

Desde la AUF jamás sintió algún trato distinto, pero siempre le llegan comentarios, que hacen hombres, sobre que los jugadores no le complican el partido porque es mujer, en lugar de aceptar que cumplió su labor con profesionalismo. “Le restan importancia a mi buena condición, me desacreditan. Si lo hice bien fue porque me ayudaron los jugadores, me han llegado esos comentarios. Yo me preocupo que mis partidos salgan bien, trabajo, entreno, siempre queriendo dar lo mejor. Yo no quiero que me traten mejor o peor por ser mujer, quiero que me traten como una igual. Si me equivoco que no digan que es por mi condición, y si acierto que no sea porque los jugadores me ayudaron”.

Somos nosotras

Denisse Legrand es gestora cultural y activista social. El fútbol está consigo siempre, en su esencia y en su igualdad. Juega, y también juega de titular en “Nada crece a la sombra”, surgido en 2014, como un proyecto que busca impulsar procesos de desistimiento a través de la promoción y ejecución de medidas socioeducativas para contribuir a generar cambios en el comportamiento, en los procesos de identidad, en la reinserción social y reducción de la reincidencia. Allí el fútbol forma parte de un taller y combina técnicas lúdicas con intenciones de trabajar cuestiones como la confianza grupal, acentuar el dialogo, etc. El fútbol genera espacios grupales que luego aplica con distintos elementos.

Denisse, que también forma parte del consejo de coordinación de deportes en la diaria, parte de la base que el lugar de la mujer en el fútbol está vinculado a lo que sucede en la sociedad. Las mujeres se han ido haciendo su espacio en terrenos históricamente masculinos en donde siempre costó acceder. “El fútbol es uno de esos escenarios en los que estamos acostumbrados a ver varones, y no mujeres. Vemos a la mujer afuera de la cancha y es el lugar que tendemos a ubicarla, a veces, incluso, ni eso”. Al igual que Valentina Prego, Legrand considera que el fútbol femenino no es únicamente un lugar de mujeres “La historia marca y el mercado ofrece. Cuando no se disponen las condiciones es cuando aparece la política a intentar cambiar la realidad. El fútbol es un espacio de pertenencia, una identidad, una apropiación grupal, una cultura. Son procesos que, por ahí, para las mujeres no nos son tan propios”.

No solo en el fútbol, sino en general, a los hombres les cuesta asumir el lugar protagónico que tienen las mujeres: en la política, en lo público, en los escenarios. Legrand cree que ahí es cuando se hace evidente la forma de operar del machismo y el patriarcado. En las barrios se reproducen los estereotipos de género desde muy tempana edad porque estamos acostumbrados a ver niños jugando partidos en la calle. “A las niñas la calle no les es tan propia. Hasta los juguetes tienen estereotipos de género. Mientras a los varones les regalan pelotas a nosotros nos tocan las muñecas. La forma en la que nos crían condiciona cómo habitamos el mundo adulto. No por nada los varones terminan jugando al fútbol profesional y las mujeres terminan teniendo 20 horas por semana más de trabajo no remunerado en el hogar”.

Mi revolución

La lucha que se debe dar arranca en los barrios, en la escuela, y crece. Claudia Umpiérrez cree que tienen que ser cada vez más mujeres en el fútbol, en el juego, en la medicina, en el arbitraje, en la dirigencia. “Parecemos como ´bichos raros´ y no debe ser así. Quiero que seamos más mujeres, que se nos deje demostrar que podemos ser tan profesionales como los hombres. Ojalá podamos seguir creciendo tirando todas al mismo lado. No me voy al extremo de una lucha de mujeres contra hombres, sino de que trabajemos en comunión todos juntos. Que se acepte que la mujer que tiene la capacidad debe tener la oportunidad de desarrollarse profesionalmente”.

Para Denisse Legrand luego de décadas de intentar torcer la historia, cada vez aparecen más niñas integradas en los picados y en las escuelas de fútbol, porque se descubre que también hay pibas que la rompen. “Aunque la discriminación siga operando, aunque se ponga en duda su sexualidad por saber moverla. Las generaciones que vienen, que están creciendo con un marco de libertades distinto al nuestro, están derribando muchos mitos y van a ser los que en un tiempo consagren el fútbol profesional para varones y para mujeres, y por qué no, mixto”.

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