Los tiempos de Pablo Escobar aparecen en las series, las películas y los libros. La historia del narcotraficante colombiano, que puso a un país a sus pies, parece tener varias aristas exploradas.
Escobar era un distinto, hablando en términos futbolísticos, con pasiones y deseos que lo hacían especial. Su vínculo desde muy pequeño con la competencia y el deporte, lo hacen mantener aspectos fundamentales que lo acompañaron a lo largo de su vida. Carreras en bicicleta desde pequeño con su hermano Roberto o contiendas de fútbol que terminaban en peleas mientras vivía en el barrio La Paz, aparecen en la infancia de un joven antioqueño que siempre se dio sus gustos.
En esta entrevista junto a Sebastián Marroquín (Juan Pablo Escobar), Zona Mixta se propone un abordaje desde el deporte y lo lúdico en torno al jefe del Cartel de Medellín. Una historia manchada con personajes nefastos, que se cobró decenas de víctimas, parece no cobrar sentido cuando se la analiza en retrospectiva. El fútbol, la gran pasión de Pablo Escobar, logró que varios jóvenes de barrios pobres tuvieran la posibilidad de acercarse al deporte en centros de entrenamiento de buena calidad.
– ¿Cómo era tu padre contigo cuando jugaban?
– Mi padre era un tramposo, quería ganar a toda costa y no importaba si estaba jugando contra su propio hijo, su esposa, o su familia. Siempre estaba adelantándose y anticipándose por horas a la trampa, o al mismo comienzo del juego. Eso se refleja en su vida diaria, en su cotidianeidad, en su historia misma como bandido. Esas mismas tácticas del juego las empleaba en la vida real.
Me hacía trampa sin ningún problema; y yo jugaba poco con él por eso mismo. Él hacía todos los esfuerzos para ganar. Nunca le gustó perder. Jugábamos mucho al “Monopolio”, cartas de “Black Jack”, juegos con barajas españolas u otras. Cuando se podía jugábamos al fútbol, pero eso tuvo fecha de vencimiento porque no era sencillo durante las persecuciones. Los juegos de mesa era lo que más utilizábamos para matar el tiempo en condiciones de encierro absolutas.Mi padre siempre se hizo el tiempo para dedicarse a mí a pesar de sus adversidades. Cuando tuvo muchos inconvenientes con su vida siempre me dio prioridad. Todos los que contamos historias sobre su persona coincidimos en eso.
– Tuvieron una excentricidad de entretenimiento en sus lugares de descanso. Por ejemplo la hacienda Nápoles tenía su propio río con la estrella del lugar: los aerobotes. ¿Cuán importante era la diversión?
– Muy importante, hacíamos mucho uso de todos los vehículos recreativos que había a deposición: motos, automóviles, aerobotes, aviones, había demasiadas cosas que él había comprado para diversiones. Gastó una fortuna en ello.
– Tuviste una gran cantidad de vehículos, ¿alguna vez competiste como tu padre?
– La primera carrera en moto en categoría libre fue en el año que él estuvo preso en la cárcel La Catedral (1991). Cuando eso ocurrió yo competí. También tuve carreras anteriores. Muchas veces esos secuestros de los que podía ser víctima, en tiempos de guerra, me frustraba la posibilidad de competir en otras carreras.
– En la década del 70´ Pablo Escobar corre en carreras de automóviles. En esas competiciones se destaca, aunque también hace trampa, como tirarle tachuelas a otros vehículos. ¿Tienes recuerdos?
– Tengo recuerdos fotográficos de mi padre compitiendo en automovilismo. Fue un gran presupuesto el que destinó para competir en la Copa Renault con sus automóviles.
– ¿Inculcó el deporte y su práctica en vos?
– Siempre papá me indicó la conveniencia de estar involucrado en actividades deportivas y actividades físicas. Siempre se preocupó por mi salud y me propuso hacer muchas actividades. El fútbol era lo que más hacíamos y jugábamos en la hacienda Nápoles, o cuando no nos perseguían. También practicaba básquetbol y algún deporte. Ya no se toca el deporte que hice (ríe).
– ¿Y por su pasión por el fútbol?
– Me transmitió la pasión por el fútbol. Él me explicaba que el deporte en general transmitía esa emoción y buenas cosas. Por rebeldía y por contradecirlo me hice hincha del Nacional de Medellín. Él hizo mucha fuerza y me transmitió su pasión por el Independiente, pero para molestarlo yo elegí a Nacional. Mantengo la pasión por el equipo hoy. En su momento veíamos los partidos juntos y nos hacíamos bromas. Era más para divertirnos y compartir en la familia, solo bromas.
– Hay historias de cómo jugaba Pablo Escobar al fútbol. Vivo, de delantero y tramposo. ¿Cómo era?
– Jugaba como en la vida: a ganar. No tenía ningún problema en tocar al árbitro o hacer trampa. Siempre se elegía a los mejores, el goleador siempre jugaba con él. Los partidos podían durar tres o cuatro horas, solo terminaba cuando su equipo iba ganando.
– En 1982 Pablo Escobar aparece en la política. Su campaña incluye inauguraciones de campos deportivos en barrios humildes. ¿Qué recuerdos tienes de ello?
– Muchísimas de esas canchas aún perduran. Muchos futbolistas profesionales salieron de esos campos y deportistas de calidad entrenaron allí. Desde el deporte y desde ese lugar hizo un aporte que aún perdura. Hizo canchas para los jóvenes de los barrios pobres, decía que tenían el derecho de tener un centro deportivo con las comodidades mínimas y necesarias. Algunos no tenían luz, ni servicios, y él les brindaba algo con calidad. Recuerdo de las multitudes en las tribunas cuando él iba a dar la patada inicial, le agradecían y coreaban su nombre. Eso no se olvida fácil.
– ¿Creés que el narcotráfico influyó positivamente en el fútbol?
– El narcotráfico siempre tuvo injerencia en temas relacionados con el fútbol. Nunca diría que fue positiva. La naturaleza misma del negocio no lo es. Entiendo que puede ser cuestionado. Sí es claro que varios narcotraficantes en un momento invirtieron en los equipos. En algún momento ayudaron a catapultar los estándares y el fútbol creció, pero luego hubo muchas disputas con las hinchadas.
– Los hermanos Rodríguez Orejuela tuvieron participación activa en Cali con América, Gonzalo Rodríguez Gacha (socio del Cartel de Medellín) hizo lo propio con Millonarios. ¿Por qué a Pablo Escobar eso no le interesó?
– Es clara la injerencia del Cartel de Cali, o el Millonarios del “Mexicano”. Mi padre era un fanático del fútbol pero no era dueño de jugadores ni intentaba tener injerencia. Era fanático y apasionado. Nunca lo vio desde la óptica de la dirigencia o para lavar dinero. Él decía que no le interesaban los negocios lícitos porque no daban plata.
– En 1989 bajo los órdenes de tu padre, sicarios asesinaron al árbitro Álvaro Ortega por una decisión que perjudicó a Nacional…
– Yo no dudo que mi padre haya mandado matar árbitros. Incluso hizo amenazadas para que los árbitros no aceptaran sobornos de otros, le gustaba que el juego fuera limpio. No quería que le robaran entonces, paradójicamente, usaba las amenazas para que los árbitros pitaran como debía ser.
– En 1990 Colombia vuelve a disputar un mundial. Fue un segundo dorado del fútbol colombiano. Viajaste al mundial en Italia y lo utilizaste a tu favor.
– Lo utilizamos para escondernos y escapar de la violencia del Cartel de Cali y de Medellín, cuando estallaron los ataques entre ambos. Fue una mezcla de ir a escondernos por la guerra y también para aprovechar y tener esa experiencia mundialista. Voy con algunos familiares pero, Pablo Escobar no va porque era el hombre más buscado del mundo. En el mundial no me sentía perseguido, nos manteníamos al margen viendo los partidos tranquilos. No estaba el miedo porque estábamos muy lejos de Colombia.
– Durante el cumplimiento de pena en la cárcel La Catedral, Escobar tenía un campo de fútbol enorme en el que se acercaron varios futbolistas famosos. ¿Lo presenciaste?
– Yo no presencié partidos de fútbol con estrellas en La Catedral. La anécdota que recuerdo fue cuando fue Leonel Álvarez, y le sugirieron los guardaespaldas de mi padre que no le pegara tan duro al Patrón porque lo estaba mirando feo.
– El 5 de setiembre Colombia venció 5-0 a Argentina en Buenos Aires. Fue dos meses antes de la muerte de Pablo Escobar, mientras él se escondía y huía. ¿Fue la última vez que celebró?
– Fue la última vez que lo vi sonreír. Fue el último partido que compartimos juntos, nunca olvidaré la emoción que tenía ese día. Tuvo mucha pasión.
– ¿Cómo vives esta etapa con series, películas y libros?
– Cómo vivo las series es cómo los habitantes reciben la información equivocada, se glorifica la actividad de mi padre. Lo muestran como un héroe. Recibo información de muchos lugares del mundo donde jóvenes me escribiendo diciendo que quieren ser Pablo Escobar, por películas que ven o series. Creo que estamos ante un gran negocio con series y películas y nadie quiere quedar afuera.
– Hace algunas semanas tu tío Roberto (hermano mayor de Pablo Escobar) salió a decir que era propietario de los derechos de imagen de Escobar…
– Es absolutamente falso. Él no es dueño de esos derechos. Legítimamente nos corresponde a los hijos y a su viuda. No estoy de acuerdo con su reclamo, ni con su forma, fue a través de amenazadas. No estamos de acuerdo con eso, se debe hacer de la forma del diálogo. No con violencia ni con amenazas.