Pablo Alabarces es un investigador argentino, especializado y referente en estudios sociales y culturales del deporte. ZONA MIXTA conversó con él en el lobby del hotel Embajador, ya que la Secretaría Nacional del Deporte y el Instituto Superior de Educación Física lo invitaron para que dicte una serie de charlas a fin de reflexionar sobre la violencia en los escenarios deportivos.
En una charla distendida, Albarces –hincha de Vélez Sarfield y Marcelo Bielsa- se refirió a las barras bravas, la cobertura periodística del caso Messi, los vínculos entre políticos y dirigentes deportivos, la relación entre el afán de lucro y el juego.
¿Cómo se explica el fenómeno de la violencia en el deporte?
El argumento más racional es no entender a la violencia en los escenarios deportivos justamente como una práctica racional. La frase que más me gusta es “no se trata de un hecho excepcional a cargo de sujetos excepcionales”.
Cada vez que hablamos de los “locos”, los “sueltos”, las “bestias”, los “violentos”, estamos hablando de sujetos excepcionales, y entonces esto lleva a decir que el santo remedio es eliminar a estos sujetos. Una especie de solución final. Cuando se piensa en este sentido, se refleja que no entendemos absolutamente nada.
Una de los aspectos que recorre el discurso público latinoamericano es que habría que hacer como hicieron los ingleses, pero en realidad nadie sabe bien que es lo que ellos hicieron. Justamente una de las cosas a la que le prestaron atención fue a no considerar el fenómeno simplemente como una cuestión excepcional, sino que se dieron cuenta que la “norma” es el maltrato, las agresiones, las malas condiciones, el desprecio por el público.
Lo que los ingleses no vieron, y que se reproduce en muchos países de latinoamerica – Brasil, Chile, Peru, Colombia, Mexico y por supuesto Argentina- es que se produce todo un marco cultural donde pegarse no solamente está bien sino – y lo que es peor- que es hasta obligatorio. Esto es un código cultural, y como es normativo, te dice lo que está bien y lo que está mal, lo que se puede hacer y lo que no. Si vos formas parte de ese código tu conducta no va a ser sancionada -ni jurídicamente ni moralmente-, por el contrario, es lo que se espera de vos.
Desde el momento en que se comprende y explicita este marco para la acción, se podría organizar, prevenir y hasta modificar o cambiar el panorama. Por el contrario, si perseveras tercamente en que se trata de ciertos sujetos excepcionales, “hinchas falsos contra el hincha verdadero”, es que no se entiende absolutamente nada del tema, porque además, esto srive para que el fenómeno se reproduzca cada vez más.
Esa concepción moral del mundo en la que pelearse está bien termina considerando hipócrita a todas las otras concepciones. Cuando los que se pelean, estos hinchas, escuchan las condenas morales, se dan cuenta que es pura hipocresía. El mismo tipo que en la TV levanta el dedito y pide sanciones criminales es el mismo que después se sienta, dialoga e inclusive le tiran unos pesos a las barras a cambio de ese tipo de conducta.
Subir el precio de las entradas, mejorar el espectáculo televisivo, que el público esté sentado en butacas, ¿son verdaderas soluciones para prevenir la violencia en el deporte?
Es una hipótesis el hecho de que si vos cambias los componentes demográficos que van al estadio solucionas el problema de la violencia. Además, es de carácter absolutamente antidemocrática esta medida según la cual a los que se priva de ir a la cancha es a las clases populares.
Por otro lado, está probado que esto no es así. Los que pagan onerosos precios de asientos en la platea también producen desmanes al participar de la misma lógica del aguante y código moral. La diferencia es que ellos no van a hacer violencia de masas, esto es, que no van a ir en patota a pegarle a otra hinchada. Por lo tanto, se busca generar ese darwinismo social según el cual si expulsamos a las clases populares del fútbol todo se soluciona.
En el caso inglés funcionó hasta cierto punto, porque – insisto- en que habría que tener más data sociológica para ver si ellos lo que realmente expulsaron fueron a los sectores populares. Por ejemplo, el tema el alza en el precio de las entradas tenía una cuestión de organización ya que los estadios tenían que ser reformados arquitectónicamente para que no fueran trampas mortales.
Entonces, si optas por modificar el espacio de los estadios, ahí tu hipótesis es otra, ya no es excluir a los violentos sino más bien proteger a todos los espectadores. Hoy en día el fútbol latinoamericano ofrece condiciones pavorosas para los espectadores.
El que todos estén sentados tiene que ver con control, disciplinamiento, seguridad, mejora a las condiciones de visibilidad y te permite – sobre todo en el caso europeo – controlar la cantidad de espectadores en la tribuna de forma tal que no satures la capacidad.
Los alemanes decidieron respetar la norma FIFA –tenía que organizar el mundial de 2006- , pero los asientos pueden darse vuelta y transformarse en gradería ya que la tradición alemana es la de ver el fútbol de pie. Ocurre que en un estadio alemán no te va a entrar una sola persona más.
Esto en el caso latinoamericano se complica, pero la culpa no es de los hinchas sino de los organizadores, gestores, dirigentes. Siempre la norma en américa latina es “ponemos un poquito más” bajo el criterio “quédate tranquilo que acá no va a pasar nada”.
¿Cómo debería ser la relación entre gobernantes y dirigentes deportivos?
En el caso argentino creo que hemos llegado a un nivel que será muy difícil de solucionar. El resto de América Latina está en el mismo sendero pero no lo ha transitado totalmente – por suerte-, por lo que todavía tienen posibilidades de cambio.
El caso argentino es peor porque la relación entre dirigentes deportivos y políticos no es de complicidad sino que estamos hablando de los mismos sectores.
Macri es el caso más claro, que permite afirmar la hipocresía de la sociedad argentina que por un lado dice que hay que acabar con estos salvajes y por otro lado elije como presidente al que lo fue de la barra brava de Boca Juniors durante doce años, quién se pasó diciendo que en su club no habían barrabravas; era el único de los 40 millones habitantes de Argentina que creía en eso.
Como sanción moral a semejante hipocresía la sociedad argentina lo colocó Presidente. Entonces, ¿qué podes esperar en ese contexto?
Digo siempre que al alcalde de cada ciudad, cuando asume recibe en una mano las llaves de la ciudad y en otra la lista de los barrabravas de la zona, con los que va a negociar, intercambiar favores, compartir recaudación. Yo me pregunto, ¿por qué la barra maneja el estacionamiento en la calle los días de partido, cuando es función de la policía? Con ese nivel de corruptela no hay posibilidad.
¿Qué rol juegan los medios de comunicación deportivos?
Las narrativas de los medios son muy especiales. Si esta lógica del aguante da el marco para que estas prácticas puedan aflorar y vos como comunicador hablas ese mismo lenguaje, que es sobrador, agresivo, sexualizado, no podes separarte de aquello que cuestionas.
Si usas como metáfora ganar o morir, das contexto a que el “loquito” no crea que está mal matar al otro. El periodista no tiene la culpa pero sí cierta cuota de responsabilidad en utilizar el mismo código.
Actualmente, la cobertura de la renuncia de Messi a la selección argentina, ¿cómo la percibís?
El tratamiento mediático de Messi es el manejo banal que se sintetiza en “no gano nada porque es un pecho frío”. Esto no solo no explica nada, sino que ha ganado todo y –sabemos- que no desperdicia un gol nunca.
El problema es de aquellos que interpretan cada cosa dice Maradona como un nuevo ensayo filosófico. Todos sabemos que Messi no tiene la personalidad de líder como Passarella, como Godín, y a “dios gracias porque no sea así”.
Estos días bromeábamos con unos colegas en que el único lugar donde el Mercosur funciona es en la delantera del Barcelona.
Hay que verlos como hacen, es un placer, ni atisbo de pecho frío. Fijate además el gesto de que el tipo que ha roto todos los records de goles en el futbol español hace que su compañero – Luis Suárez – sea goleador.
El penal en que Leo le pasa la pelota a Suárez es un ejemplo clarísimo. Vos decis “ahí hay un funcionamiento”, y que excede las lógicas tradicionales del fútbol: el narcisismo, la soberbia berreta, la pedantería. Allí lo que se ve es generosidad, alegría y juego. Pero esto hay que saber verlo, y yo no me jacto de esto porque sinceramente me faltan elementos tácticos.
Por ejemplo, en términos del fútbol argentino soy un convencido que lo más revolucionario que ha aparecido es Marcelo Bielsa. Me encantan sus equipos pero no te lo puedo explicar, me faltan elementos técnicos y tácticos. La diferencia con un hincha común es que acepto que no lo sé.
Otro elemento a señalar es que no dejamos de ver conductas solamente masculinas. Me gustaría preguntarles a las mujeres en Argentina que opinan al respecto. Es una expresión de los estereotipos. Que Argentina no tenga un correlato del futbol femenino de igual nivel habla claramente del machismo que existe. Hasta Brasil, que hasta los años 80 estaba prohibido que las mujeres jugaran, hoy tienen una gran competencia y compiten con las potencias.
Esto tiene que ver en la Argentina donde los hombres decimos que sabemos mucho de futbol pero en realidad sabemos muy poco. Me gustaría saber más y admiro a los periodistas deportivos que logran discutir tácticamente.
Leí un análisis muy inteligente de cómo en 30 metros el equipo de Bilardo del 86´se expandía y era un fuelle que iba y venía. Ahí tienes un tipo de análisis en el cual lees el juego. Por lo general los hinchas tienen dos problemas; no saben nada y no reconocen que no lo saben.
Es imposible la comparación Messi y Maradona; treinta años de diferencias, dos trayectorias distintas, simbologías diferentes y contextos políticos distintos.
En otras entrevistas, vi que planteas una preocupación: que el dinero se trague a las expresiones más lúdicas del deporte. ¿Por dónde corre ese escenario?
Siempre es una posibilidad que el mercantilismo y el espectáculo se coman al juego. Siempre implica un riesgo porque la lógica lúdica es muy opuesta al lucro. Al mismo tiempo, estamos a ante equipos como Leicester City, Plaza Colonia, Lanús, Islandia, que han roto el esquema. Son momentos en los que comprendes porque el futbol sigue generando esa atracción. Es uno de los pocos espacios donde el capitalismo contemporáneo permite realizar la fantasía más descabellada. El día que solo salgan campeones Barcelona y el Real Madrid, Peñarol y Nacional o River y Boca, creo que se acaba el fútbol.