Juca Kfouri, uno de los periodistas deportivos más reconocidos de Brasil, reflexiona sobre la falta de politización en el deporte, rechaza la vuelta del fútbol en medio a la pandemia del coronavirus y clama por un frente antifascista tan amplio “que llegue hasta a doler”.
Entrevista: Guilherme Weimann Ilustración: Vítor Teixeira Traducción: Marcelo Aguilar
El fútbol y la política siempre se mezclaron, pero no tienen una simple relación de causa y efecto. En un fragmento de su sexto y último libro, titulado “Confieso que perdí”, de 2017, Juca Kfouri sintetiza su pensamiento sobre el asunto: “Fútbol y política, política y fútbol se mezclan como agua y jabón, y hasta sería mejor si ambos fuesen más limpios de lo que son. Pero no por eso el héroe del tricampeonato en 1970 es el general Garrastazu Médici, los héroes son Pelé, Tostão y compañía”.
Para el periodista, que cumplió 70 años en marzo, la formación de los ídolos no está relacionada a la ideología. A la izquierda, cita Sócrates. A la derecha, Ayrton Senna. Sin embargo, rescata un ejemplo ajeno al fútbol: “Chico Buarque era un jóven con el que todos los padres y las madres querían que sus hijas se casaran. Fue apenas empezar a manifestar sus opiniones políticas para que se divida su público”.
Actualmente, analiza el deporte como un escenario propenso a la despolitización, debido al individualismo y la competitividad a cualquier precio. “Actualmente, los jugadores son muy volcados a sí mismos, a sus propios ombligos, a competir, a ser campeones, a batir récords. Y se preocupan muy poco con su entorno. Infelizmente, la vida del atleta, generalmente es alienada políticamente, muy centrada en sus propios objetivos”, explica.
Frente a esto, Juca muestra su coherencia al aplaudir diferentes manifestaciones políticas. Así como Afonsinho, Sócrates, Reinaldo y Wladimir son excepciones a la izquierda, Felipe Melo también aparece como un intruso a la derecha en medio de la despolitización de los atletas. “Aplaudo que los deportistas se posicionen, deploro que sea a favor de Bolsonaro, porque es todo lo contrario a lo que yo pienso. Pero vamos a discutir, vamos a colocar para el debate público”, opina.
Justamente por eso, Kfouri condenó las recientes declaraciones del comentarista de la Red Globo, Caio Ribeiro, contrarias al posicionamiento de Raí. El actual director de fútbol del São Paulo Futebol Clube, y hermano de Sócrates, criticó abiertamente al presidente Jair Bolsonaro y pidió su renuncia. “Mis problemas con la declaración de Caio son dos. Uno, que quiso censurar la opinión de un deportista. Dos, no fue transparente al omitir que su padre [Dorival Decoussau] es de la oposición dentro del club, y Raí director [de fútbol] de la actual administración”, señala.
A Kfouri, que fue chofer de Joaquim Câmara Ferreira, número dos de la Acción Libertadora Nacional (ALN), que tenía a Carlos Marighella como líder, la situación política brasileña le genera mucha preocupación. A pesar de la dificultad para construir respuestas concretas a largo plazo, Kfouri defiende la necesidad de formación de un frente antifascista “amplio, pero tan amplio que llegue a doler”.
Juca, en 2013 el periodista español Quique Peinado publicó el libro “Futbolistas de izquierda”, que reúne historias de jugadores comprometidos políticamente alrededor del mundo. ¿Por qué es tan difícil que aparezcan jugadores con un pensamiento más a la izquierda?
Juca Kfouri: Actualmente, los jugadores son muy volcados a sí mismos, a sus propios ombligos, a competir, a ser campeones, a batir récords. Y se preocupan muy poco con su entorno. Infelizmente, la vida del atleta, generalmente es alienada políticamente, muy centrada en sus propios objetivos. Ahí hay excepciones que acaban surgiendo. Aquí en Brasil, Afonsinho, Reinaldo, Sócrates, Casagrande, Wladimir, Paulo André, y no mucho más que eso.
También está Muhammad Ali, los dos norteamericanos [Tommie Smith e John Carlos] que hicieron el gesto del poder negro en el podio de las Olimpíadas de México en 1986, el quarterback [Colin Kaepernick] que sufrió porque no se posicionaba a la hora del himno, o Megan Rapinoe luchando por la igualdad de género en el fútbol. Pero son excepciones. Así como Felipe Melo es una excepción.

¿Felipe Melo también es una excepción?
Sí, es. Ahora la tendencia, infelizmente, es [el jugador] votar más a la derecha. Por lo menos aquellos que son más conocidos. ¿Por qué? Porque ascienden socialmente y pasan a tener una preocupación exacerbada con la seguridad personal, de su familia, del auto blindado, del edifício. Entonces se vuelven presas fáciles de ese tipo de discurso neurótico por la seguridad típico de los bolsonaristas.
¿Usted considera que, además de esto, existe una interferencia de la propia formación del jugador? No de la formación educativa propiamente dicha, sino de la formación de los clubes en relación a los valores del atleta…
Evidentemente. Pero eso trasciende al fútbol. Vea cuál es la fuerza que tiene hoy el movimiento sindical en Brasil. ¿Por qué? Porque todavía no tuvimos una estructura educativa que forme ciudadanos, y eso acaba inhibiendo la reivindicación, la conciencia de los derechos. Todo eso está relacionado y es la razón por la cual las élites brasileñas mantienen nuestro sistema educacional con un nivel tan bajo. Porque personas más educadas colocan en riesgo los privilegios de esa gente. Lo demuestran las reacciones a las cuotas, al Examen Nacional de la Enseñanza Secundaria, a la posibilidad de que la hija de la empleada pueda competir con la hija del patrón en la facultad de medicina. Vimos el malestar que esto causó en la casa grande. Para la casa grande la senzala siempre tendrá que ser la senzala.
Juca, pensando en el proceso de formación de los ídolos, ¿te parece que está relacionado solamente al fútbol? Es obvio que Pelé fue el mejor del mundo en la cancha, pero su diálogo con el régimen vigente, ¿no podría haber contribuído para que su figura sea alzada como la de un ídolo? ¿Tendría la misma proyección si fuese de izquierda?
Si. Sin duda, no veo ninguna incompatibilidad. Es como el caso de Muhammad Ali, que fue ídolo en un país como Estados Unidos, al mismo tiempo en que tienen una porción de ídolos de derecha. Aquí en Brasil se da algo parecido. Ayrton Senna es un ídolo brasileño de derecha. Sócrates es un ídolo brasileño de izquierda, y que surge en el período de la dictadura. Pero mirá cómo las cosas ocurren… Chico Buarque era un jóven con el que todos los padres y las madres querían que sus hijas se casaran. Fue apenas empezar a manifestar sus opiniones políticas para que se divida su público. De ahí que tanta gente diga que deporte y política no pueden mezclarse y todas esas estupideces que estamos cansados de escuchar.
¿Cuál es tu opinión sobre la polémica entre Raí y Caio Ribeiro?
Mi opinión es que Caio quiso censurar la posibilidad de un deportista hablar de política. Mis problemas con la declaración de Caio son dos. Uno, que quiso censurar la opinión de un deportista. Dos, no fue transparente al omitir que su padre [Dorival Decoussau] es de la oposición dentro del club, y Raí director [de fútbol] de la actual administración.
Si querés incluir un tercer punto, también omitió en su bolsonarismo que el padre fue condenado a cuatro años de cárcel por defraudar al fisco, cuando era superintendente del Hospital Matarazzo. Fueron 100 millones de cruzeiros desviados en la época. Esto da la medida de lo que son los bolsonaristas. Sólo eso.
Ahora, yo estoy muy tranquilo con haber manifestado eso públicamente, porque yo defendí a Felipe Melo cuando se manifestó a favor de Bolsonaro. “Aplaudo que los deportistas se posicionen, deploro que sea a favor de Bolsonaro, porque es todo lo contrario a lo que yo pienso. Pero vamos a discutir, vamos a colocar para el debate público.
Muchos clubes están pidiendo la vuelta del fútbol. ¿Qué te parece?
No tiene el menor sentido. Ni siquiera llegamos al pico de la pandemia. No existen las mínimas condiciones para que vuelva el fútbol ahora. Si vuelve, será para el segundo semestre con suerte. Pero no tiene el menor sentido pensar en eso en este momento. Es simplemente una falta de respeto a la vida. Y además a fin de cuentas es una discusión inútil. Porque aunque la CBF [Confederación Brasileña de Fútbol] y las federaciones decidan volver, eso depende del Estado… el alcalde de Belo Horizonte ya dijo: “Acá en Belo Horizonte no habrá partidos”. Punto. Aquí en São Paulo tampoco habrá. El gobernador va a decir lo mismo: “En el estado de São Paulo no habrá partidos”. ¿Y entonces? ¿Van a llevar el campeonato a dónde? ¿Brasilia? Es una discusión absolutamente apresurada. No existe la menor opción de establecer plazos en este momento, con la pandemia matando esa cantidad de personas por día.
Es una falta de sensibilidad y empatía con el resto de la propia categoría que no está en el mainstream, pero sí en las filas de la Caja Económica Federal para conseguir el auxílio de emergencia…
En Brasil los dirigentes son los Madero [se refiere a Junior Durski, dueño de la cadena de restaurantes], los Justus [Roberto Justus, empresario y presentador de televisión], el viejo de la Havan [se refiere a Luciano Hang, dueño de la cadena de tiendas Havan], es la misma mentalidad. Son esos tipos los que despertaron la insensibilidad nacional.
Al mismo tiempo en que tenemos pocos jugadores de izquierda, hay cantidad considerable de periodistas deportivos dentro de ese espectro político. Sin embargo, pocos están en los medios independientes o populares. ¿La izquierda descuida el fútbol?
La izquierda históricamente ha tenido una posición prejuiciosa con el deporte y con el fútbol, creyendo que es el opio de los pueblos y todas esas bobadas. Pero yo diría que lo fundamental es que la prensa de izquierda no tiene condiciones materiales para pagar periodistas de izquierda que trabajen con deporte. Entonces, eso acaba generando que vos conozcas y te identifiques con los periodistas de la gran prensa, porque son los medios que tienen condiciones de pagar la calidad de estos profesionales.
No tengo cómo dejar de preguntarte por la coyuntura. ¿Cómo ves la situación actual del gobierno de Jair Bolsonaro?
Anteayer me preguntaron cómo veo [las elecciones presidenciales de] 2022. Y yo les respondí: “No sé cómo va a ser el viernes, mucho menos 2022”. No tengo ninguna duda de que el ideal para el país, hoy, sería la caída de Bolsonaro. Tengo todas las dudas acerca de si un proceso de impeachment redundaría en su salida o lo fortalecería, porque el Congreso podría no aprobarlo.
Al mismo tiempo, me pregunto si Mourão [vicepresidente de la República, general Hamilton] no será peor que Bolsonaro. Ahí colocás a un general, con la gravedad que esto tiene. Un tipo más sofisticado, pero tan reaccionario como Bolsonaro, y que tiene al mismo ídolo: Ustra [torturador Carlos Alberto Brilhante].
Entonces, pienso, “ah, lo ideal entonces es declarar que la elección de 2018 fue fraudulenta y tener nuevas elecciones”. ¿En el medio de la pandemia? Eso no va a ocurrir. Entonces, estoy muy preocupado con el retroceso que estamos viviendo. Y muy preocupado en que se forme un frente antifascista. Mi lema del momento es ese: “por un frente amplio, pero tan amplio que llegue hasta a doler”.
Entrevista originalmente publicada en portugués, en el portal del Sindicato Unificado de los Petroleros de São Paulo, https://sindipetrosp.org.br/.
Publicado en castellano en simultáneo con Lástima a nadie, maestro