Uruguay volverá a tener un pesista en los Juegos Olímpicos tras veinte años. Dentro de unos días, cuando la llama se encienda en Río de Janeiro, este deporte (muy poco conocido en nuestro país) estará en la apuesta máxima y se codeará con los mejores del mundo. La última participación de un uruguayo en esta disciplina fue en Atlanta 1996. En esa ocasión Edward Silva fue el representante celeste en la categoría de peso medio. Cuatro años antes, en Barcelona 1992, Sergio el “Osito” Lafuente también compitió en el máximo nivel.
Pero la apuesta se renovará, porque la representante celeste en Río será una uruguaya que no habla español: Sofía Enocsson Rito. La historia de esta deportista de 30 años viene desde atrás, de cuando su padre (Julio Rito) escapó de la dictadura uruguaya en 1975 y recaló en Suecia. Sofía vio la posibilidad de representar a nuestro país en halterofilia, ya que por ser hija de uruguayo tiene la nacionalidad.
Zona Mixta se acercó al centro de alto rendimiento de la Federación Uruguaya de Pesas (FUP), ubicado en Jacinto Vera. Allí, ante varios colegas que también realizaban entrenamientos y competencias, Sofía nos recibió con una eterna sonrisa (que parece la acompaña siempre) junto a su fiel compañero, y futuro esposo: Johan Eriksson. Hace una semana que está en Uruguay, un país que considera bello y maravilloso, al que viene seguido, porque tiene familiares.
La charla es distendida, familiar y muy sencilla. Sofía habla inglés, pero no del todo bien, y por eso busca, entre miradas cómplices, la ayuda de su novio, que oficia de traductor y por momentos responde él, ya que es un habitué del deporte que su novia eligió. También aparecen Julio Lezama y Gonzalo Remiro, presidente y vicepresidente de la FUP, atentos a cada detalle.
Primero nos remontamos a la niñez de Sofía, que cuenta fue muy normal y divertida, con un padre que pasaba mucho tiempo junto a ella. “Con mi padre pasábamos mucho tiempo juntos. Festejábamos Navidad, pero allá no es común la llegada de los reyes magos, y con él lo celebrábamos y recibíamos nuestros regalos”, confiesa.
A pesar de ser muy activa, Sofía aclara que nunca practicó deportes cuando era pequeña. Estudió los 14 años de educación básica y luego empezó a trabajar en restaurantes, algo que, según dice, es bastante normal en su país. Tuvo su propio restaurante que luego vendió para dedicarse de lleno al deporte, al que llegó casi que por casualidad. “Empecé a ir al gimnasio, iban mis amigas y me gustaba. De a poco, conocí el levantamiento de pesas, y me gustó. También practicaba “crossfit” que me incluía un exigente entrenamiento”.
Lo más curioso es que lo que más atrapó a Sofía del levantamiento de pesas fue que lo consideraba “fácil”, al tiempo que vuelve a reír a carcajadas. “Es el mejor sentimiento que me describe, es muy apasionante. Entreno muchísimo y me gusta superarme. Entreno levantamiento, polea, y muchos ejercicios en el gimnasio de diferente complejidad. No corro (ríe)”.
La halterofilia premia al que levante más kilos. La categoría de la que participa Sofía es hasta 53 kg, la misma que le dio el premio nacional en su país en 2015, pero no este año, porque no se presentó ya que estaba enfocada en los JJOO. Esta modalidad tiene dos instancias sumatorias: la primera se da en el arranque y la segunda en el envión. En ambas instancias se da un determinado levantamiento, que luego se suma y da un total, lo que se define como total olímpico. Cada levantador tiene tres posibilidades, y el tiro más alto es el que define. En una olimpíada solo se premia el total olímpico, es decir la suma de arranque y envión. En un mundial o sudamericano se puede premiar el arranque por un lado, el envión, y el total olímpico. Por ejemplo un competidor puede haber quedado primero en una modalidad, tercero en otra, y primero en el total olímpico. Es un deporte muy númerico.
En esas tres posibilidades de levantamiento puede suceder lo que se llama quedar en blanco, que implica que todos los intentos del pesista fueron anulados por el juez central. Un intento puede ser fallido si no se llega a levantar, si se cae, o si se afloja un codo. Se deben respetar estrictamente todos los aspectos técnicos que el reglamento exige. Quedar en blanco es lo peor que le puede pasar a un deportista, ya que automáticamente queda descalificado.
Llegar a Río
Para la FUP la apuesta máxima siempre es llegar a los juegos olímpicos. El caso de Sofía obviamente abrirá una brecha y generará una huella positiva que el resto de los deportistas que entrenan día a día intentarán imitar. La apuesta uruguaya no es fácil, porque se compite contra toda América, y contra los mejores. Increíblemente en el Sur están los más fuertes: Colombia, Ecuador y Venezuela. Luego Haití y República Dominicana están bien posicionados. La Federación Uruguaya manda a sus competidores y según las posiciones se les da un cupo a cada país. Uruguay lucha por los últimos lugares para poder conseguir un cupo, pero también depende de la cantidad de deportistas que asistan a las competiciones, las que, generalmente, deben solventarse por modo propio.
Si bien en las etapas clasificatorias Uruguay no llegó al cupo, sumó ciertos puntos que lo hicieron ser tenido en cuenta ante la reasignación de lugares. Algunos casos de dopaje en otros países, hicieron que se liberaran cupos. Allí el ingeniero Julio Lezama también estuvo muy atento, y peleó para que nuestro país pudiese ser tenido en cuenta.
El padre de Sofía fue quien hizo el contacto con la FUP ante la posibilidad de gestionar ese cupo para su hija. La Federación tiene el deber y la obligación de apoyar a los deportistas uruguayos. Se dio el visto bueno a Sofía y se tramitó la nacionalidad para poder participar. Para ser tenida en cuenta debió obtener la marca mínima en el Mundial de Houston y en el Pre-Olímpico de Cartagena, que fue de 67 en entrada y 87 en envión, dos grandes experiencias según confiesa Sofía.
Tras esas instancias, Lezama fue quien movió piezas para poder asignarle el cupo a Sofía como competidora uruguaya. Algo que tuvo sus frutos rápidamente, y que confirmó, mediante un correo electrónico, que Uruguay volverá a tener un pesista en JJOO. “Mi padre me dio la noticia. Fue increíble, fue como cumplir un sueño. Va a ser fantástico representar a Uruguay y es una gran oportunidad. Cuando empecé este deporte quería competir, porque tu puedes mejorar y te vas probando a ti mismo, y te demostrás que podés crecer”.
La semana pasada la delegación oficial de atletas uruguayos participó de la despedida oficial en el Palacio Legislativo, donde recibieron el pabellón patrio. Sofía conoció a sus colegas, a quienes encontró muy amabales y cálidos, aunque reconoce que no pudo hablar (mientras ríe). Algo en común que tiene con ellos es el doble esfuerzo que tienen que hacer por practicar un deporte poco común. Si bien en Suecia el levantamiento de pesas es cada vez más popular, y muchas mujeres lo realizan, no hay ninguna solvencia ecónomica, a pesar de que la competencia es muy dura. De hecho Sofía, con la ayuda de sus padres, pagó sus pasajes a Uruguay y su estadía, aunque la FUP hizo una solicitud ante el Comité Olímpico Uruguayo para que se le cubran esos gastos, algo que está casi acordado, según el vicepresidente de la Federación.
Ahora Sofía se viene adaptando en nuestro país y se entrena en algunos gimnasios que la Federación le asigna. Ella tiene una rutina pautada por su entrenador sueco (que irá directo a Río) y además algunos entrenadores uruguayos la ayudan. A su vez, su novio la guía en algunos procesos y colabora. El entrenamiento consiste en estar en la tarima del levantamiento, hacer ejercicios clásicos, que se usan en la competencia, y otros auxiliares o semi-técnicos con series de diversas repeticiones. Al estar muy cerca de la competencia -7 de agosto- se está en el período competitivo, donde se realizan trabajos más técnicos y cosas similares a lo que habrá en la competencia oficial.
Si bien se estima que ganar una medalla podría ser difícil en el caso de Sofía, porque los competidores europeos tienen otro tipo de preparación, nunca se sabe lo que puede suceder. Para ganar una medalla en la categoría de menos de 53 kg, según Gonzalo Remiro, se debe levantar aproximadamente 100 kilos de arranque y 115 de envión. “Lo más importante en el momento es la concentración, y pensar en positivo. Voy a Río a divertirme, y a dar lo mejor de mí”, cuenta la pesista.
Después que pase Río Sofía quiere seguir con su preparación y mejorar día a día. Encuentra que la halterofilia viene creciendo en Uruguay, y espera que mejore. “Después quiero descansar y liberarme (Río). Ahora casi que no tengo vida, no tengo tiempo: solo estudio y trabajo. Medio horario estoy en un restaurante, al que voy después de entrenar en la mañana. Como mucho arroz y pollo, me gusta mucho el asado y el dulce de leche, pero ahora no puedo comer mucho (vuelve a reír a carcajadas)”.