Existen diferentes formas de ingresar al mundo de un determinado deporte. Algún conocido que te invita a practicarlo, o el consumo televisivo que se puede hacer del mismo, o tener la posibilidad de presenciarlo en vivo y en directo como espectador, o mediante la transmisión de generación en generación a nivel familiar, o como en este caso, a partir de conocer historias que van forjando una forma de vivir y practicar, como en este caso, el basquetbol en Uruguay.
Una treintena de capítulos conforman el libro “Pequeñas grandes historias del basquetbol uruguayo”, donde aquellos que comúnmente consumen y están informados sobre este deporte, van a poder profundizar y recrear ciertos hitos de la historia de este deporte mientras que los curiosos, que tal vez no conozcan mucha cosa, tienen una excelente oportunidad de empaparse con eventos que tienen que ver con el basquetbol como disciplina, pero también con la forma en que se desarrolla el deporte federado en Uruguay.
Varios temas se tocan en este libro escrito por el periodista Jorge Señorans; las décadas de 1940 y 1950, donde brilló el basquetbol uruguayo a nivel regional e internacional, con sus diferentes cracks, y el lugar del amateurismo, el valor del compromiso de los jugadores con sus camisetas (permaneciendo años en la misma institución, sin cambiar los colores por una simple moneda), la relación de los jugadores con los dirigentes –no tienen desperdicio las anécdotas del contador José Pedro Damiani, tanto en Sporting como en la selección uruguaya-, la paulatina llegada de los jugadores extranjeros al país y sus formas de acomodarse y afincarse (la historia de Reque Newsome sobresale especialmente), así como los procesos de transición del deporte que sufrió en la década del 80`, con las figuras del Fefo Ruiz y Tato López. Más acá en el tiempo, se destacan las anécdotas e historias de Esteban Batista, Leandro García Morales, Panchi Barrera y Martin Osimani.

Señorans plantea dos cuestiones que son muy interesantes. Por un lado la selección de las historias, en busca de detalles y anécdotas que permiten ilustrar una época, con esa capacidad de sintetizar en un gesto, un comentario, una palabra o una acción algo que podría pintar, tales como cuando Adesio Lombardo fue a donar sangre el día antes de una partido importante, o la negativa del plantel a jugar el premundial de 1989 por una diferencia de 7 dólares en los viáticos.
El otro punto a destacar refiere a la capacidad del periodista en conectar con los aspectos más mundanos y lejos del show mediático, que permite visualizar a los basquetbolistas como padres, hermanos, trabajadores, con los mismos problemas que cualquiera. Desmitificar ciertas cosas y poder colocar el foco primero en la persona, y luego en el deporte. Un ejemplo podría ser la seriedad y responsabilidad con la que Leandro García Morales asume su tarea, que queda reflejada en las anécdotas respecto a los 500 tiros libres de la mañana y los 500 de la tarde.

En la misma línea, las actuaciones de la selección uruguaya en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 (medalla de bronce), Melbourne 1956 (bronce) y 1984 (6º puesto) dejaron una serie de historias que son muy pintorescas: desde la ropa deportiva, los números desteñidos, el calzado, el trajín por la villa olímpica con whikys y remeras con mensajes políticos.
Una línea muy interesante para el periodismo deportivo uruguayo, que sintetiza y sistematiza Jorge Señorans, del cual pueden haber nuevos capítulos, por ejemplo en el ámbito del basquetbol femenino uruguayo.
Blog de Jorge Señorans – Que la cuenten como quieran