Por el lado de la vieja y querida URSS:
Igor Akinfeev: le hizo un gol Laxalt. Que lo disfracen como quieran. Esto a Yashin no le pasaba, y si le pasaba, el que no pasaba era Yashin (1).
Fyodor Kudryashov: expeditivo (1).
Ilja Kutepov: pensaba que esas cosas que pasaron en la estación de servicio no pasaban en Uruguay (2).

Sergey Ignashevich: en ocasión del gol de Suárez, fue el encargado de empujar a los dos futbolistas celestes ubicados en la barrera. Por allí mismo pasaría la pelota que terminó dentro del arco soviético como bien muestra la foto que no nos deja mentir. Parece que 13 años de gobierno frenteamplista no han sido en vano, después de todo (1).
Igor Smolnikov: expulsado por golpear a Laxalt, con todo lo que ello implica. En los años 60s hubiera terminado alimentando osos beligerantes en la lejana Siberia (0).
Yuri Gazinskiy: el ídolo de su padre era Gagarin. El suyo, es Tony Kroos. Así estamos como sociedad (2).
(47′ Andrei Kuziaev): no logró torcer el curso del partido (4).
Román Zobnin: batalló (1).

Alexander Samedov: le pareció bien que su equipo no hiciera el más mínimo intento por anotar un gol, cosa de asegurar la permanencia en Moscú para el resto del certamen (2).
Aleksey Miranchuk: parece que «chuk» en ruso es “chupar”. Por ende, “Fedorchuk” significa “chupar Fedor” y “Semenchuk” significa “oso que gruñe bajo la luna”. En el resto, bien (2).
(57’ Fiodor Smolov): si “ov” significa, como todo podría inferir, “hijo de”, pues habremos de coincidir en que “Smolov” significa “hijo de Smol”, o sea, “hijo del petiso”. Un poco de lingüística aplicada al deporte no le viene mal a nadie (1).
Cheryshev: la FIFA le adjudicó el segundo gol del partido, por lo que –al día de hoy– tiene más goles que Messi en la presente edición de la Copa. Sin embargo, fue sustituido en el primer tiempo, por esas cosas que uno, que nunca pateó una pelota, no entiende (2).
(38′ Mario Fernandes): nada mal para ser un sudamericano criado en cautiverio (4).
Artem Dzyuba: generó (0).
Director técnico:
Stanislav Cherchesov: hizo su negocio. Vino a perder y perdió. Ojalá pudiéramos decir lo propio de nuestros propios emprendimientos (3).

Por el lado de URUGUAY:
Fernando Muslera: no fue exigido, y cuando fue exigido, cumplió. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Fue exigido o no? Para debatir de acá al sábado (1).
Martín Cáceres: no le pesó su cambio de posición, pues jugó casi tan mal como cuando le tocó ir por izquierda. Se extrañó la delicadeza estilística del player Varela (2).
Sebastián Coates: lindo y con estudio (3).

Diego Godín: para muchos, el mejor zaguero del mundo. Pero claro: hace de lámpara y se pone a hablar con un payaso adentro de una camioneta en sendas publicidades estatales, lo cual inequívocamente conspira contra su puntaje (4).

Diego Laxalt: gran partido a nivel ofensivo, tanto que anotó algo parecido a un gol. ¿Estamos ante su proceso de palitopereirización? Quizás (3).
Nahitan Nández: protagonizó el momento “drogado no vale” del Mundial, cuando pretendió trancar con la cabeza en tres oportunidades en la misma jugada. En el resto, mal (2).

(72′ Cristian Rodríguez): es más difícil rodearlo que saltarlo. Sin embargo, le dio vivacidad al mediocampo, y casi anota un gol cuando, al ver que nadie lo marcaba, decidió probar de distancia (3).
Lucas Torreira: otro que brilló a gran altura, por más oxímoron que parezca. Si bien por momento se lo confundía con una mascotita un tanto robusta, redondeó una buena faena (3).
Matías Vecino: no hizo mucho, pero… ¿desde cuándo “hacer” es un ítem necesario para integrar el combinado nacional? (2).
Rodrigo Bentancur: se convirtió en reserva moral de este seleccionado celeste cuando el colegiado de turno decidió exhibirle la primera amarilla celeste en suelo leninista. Acto seguido, ¿qué hizo Tabárez? Lo sacó (3).

(63′ Giorgian De Arrascaeta): casi hace un gol olímpico. Pero la historia no recuerda a los “casi”, recuerda a los “del todo”. Así que a redoblar esfuerzos de cara a su próxima oportunidad que, auguramos, no llegará antes del 2022 (1).
Luis Suárez: metió su segundo gol en suelo soviético, dándole tema a Rómulo Martínez Chenlo para su clásica #PreguntaEmotiva. Temimos lo peor en una instancia en la que un ágil ruso terminó desmayado en el área, pero no, parece que esta vez no mordió a nadie. Todavía (3).
Edinson Cavani: histórico. Primer uruguayo en anotar al menos un gol que no sirvió para nada en tres Mundiales consecutivos. Sobre el final, Tabárez lo que sacó para que lo puteen, a ver si reacciona. Aun así, tiene más goles que Messi y Zlatan, y los mismos que némesis, el semiafrodescendiente Neymar (3).
(90′ Maximiliano Gómez): Tabárez le apostó a Rebollo a que lo ponía en primera fase. Y no quiso correr riesgos al ganar la apuesta, demoró su ingreso todo lo que pudo (2).
Director técnico:
Oscar Tabárez: casi no se enojó en la conferencia de prensa y ni se paró para gritar los goles, síntomas inequívocos de que palpitó el partido con singular tranquilidad. Veremos qué pasa el sábado cuando le toque enfrentar al combinado español / portugués / iraní.
Colegiado de turno:
Malang Diedhiou: senegalés afrodescendiente, valga la redundancia. Manejó los hilos del partido con singular sapiencia, aunque en una amagó con pedir el VAR ante un antebrazazo de Godín (foto) sobre un player rojo, vestido de blanco para la emergencia. Pero no (4).
Asistentes:
Dini Camara: mandó saludos para los amigos que dejó en Nacional: el paraguayo Sanabria, Cono Aguiar y Oscar Suárez (2).
El Hadji Samba: convenció a sus hijos de que el “Rock’n samba” del Parque Rodó lo inventó su padre, si será pillo el moreno (2).