l   agosto 23, 2023   l  

Las Matildas y un mundial histórico





Por Franca Levin (Instagram: @dementeconmochila)

El ómnibus que lleva a las Matildas, equipo de fútbol femenino australiano, se retira del estadio de Brisbane horas después de haber perdido el partido por el tercer puesto frente a Suecia. La noche cambió la temperatura y los trapos que por la tarde eran bandera ahora cumplen una función más práctica. Un puñado de hinchas saluda desde la valla al equipo que durante semanas mantuvo en vilo a un país poco acostumbrado a seguir al fútbol de pelota redonda, porque en Australia si decís “fútbol” significa footy, una disciplina que poco tiene que ver con esferas y rectángulos.

Lucy filma con su celular la caravana de jugadoras y operativo de seguridad al grito de “Go Tillies!”, porque también es muy australiano eso de ponerle sobrenombre al sobrenombre. Está vestida con buzo, gorro y bufanda a tono con la ocasión y dice entre carcajadas que las Matildas pusieron al país patas para arriba. “Cuando yo jugaba al soccer, hace como 20 años, pasabas de jugar con varones de tu edad a un equipo de mujeres de edades mezcladas. Jugábamos las de 12 con las de 40, era imposible. Hoy hay otra estructura”. De todas maneras, en un país donde los principales deportes son rugby, footy o cricket, no tiene sentido que un partido de soccer haya sido el evento deportivo más visto de los últimos 20 años, ¿o sí?

Para empezar a entender el fenómeno de las Matildas tal vez es buena idea mirar hacia las tribunas. Además del característico verde y dorado del que nadie queda afuera o los diferentes idiomas que circulan propio de un país con migración constante, hay un detalle que llama la atención para cualquiera que haya transitado estadios de fútbol: las niñas. Con collages de recortes de diario, brillantina, pelucas verdes e indumentaria completa, las niñas se apropiaron de los estadios, arrastrando con ellas a toda la familia, y son la cara más visible -y sonora- de la hinchada aussie. Caitlin Foord, una de las principales estrellas de las Matildas y jugadora del Arsenal, cuenta en una serie documental disponible en Disney+ que cuando ellas crecieron no tenían referentes en el deporte femenino. En las últimas semanas, el apellido Foord junto con Kerr, Raso y Fowler abundan en camisetas, carteles, banderas y hasta caras pintadas desde Sídney hasta Perth.

Más allá de que la práctica deportiva en Australia está muy extendida tanto para hombres como para mujeres de todas las edades, la visibilización mediática está fuertemente masculinizada. Pareciera que las Matildas vinieron a ocupar un lugar vacante en el imaginario colectivo que ningún otro equipo femenino había podido capitalizar. De hecho, en paralelo al mundial de fútbol y la matilmanía, el equipo australiano de Netball ganó el campeonato mundial en Sudáfrica y las repercusiones en los medios fueron casi inexistentes.

Beth tiene 19 años y es la capitana de un equipo de fútbol regional en Victoria. Hace años que sigue a las Matildas y esta campaña no la sorprende tanto como la respuesta del público. “Las últimas semanas se me acercó mucha gente diciendo que las Matildas son increíbles, preguntándome por qué no las seguíamos antes, por qué no seguíamos este deporte antes. Y yo les decía que ellas estaban ahí pero no las pasaban por televisión”. De alguna manera Australia abrió masivamente los ojos frente al fútbol global gracias al mundial organizado en su tierra. Una de las razones que Beth destaca como cruciales en la matilmanía es el apoyo al equipo más débil: “En Australia siempre hinchamos por el underdog, sin importar quién sea, y en un deporte como el soccer nosotras somos el underdog, nadie espera nada de Australia y eso nos potencia. Que haya más de 20 millones de personas mirando este deporte es increíble. También ayuda que sea en casa y que los partidos se jueguen en un horario amigable, eso facilitó la masificación”. Según Beth esta fascinación no va a quedar en el olvido ahora que terminó el mundial sino que ya se están viendo los efectos en términos de participación en los clubes y las categorías formativas. “Esto le demostró a los australianos qué tan lejos podes llegar con el fútbol a nivel mundial, porque con rugby o footy el circuito es acotado. Lo que hicieron las Matildas cambió el futuro del fútbol en Australia para siempre”.

Según cifras oficiales de la FIFA, se vendieron 1.7 millones de entradas para este mundial organizado conjuntamente entre Australia y Nueva Zelanda, superando el objetivo inicial de 1.5 millones. Salvo algunos partidos de la fase de grupos, la enorme mayoría de los encuentros se disputaron con gran adhesión del público, especialmente en las sedes del gigante oceánico. Además, se rompieron récords de televisación tanto en Australia como en China, Colombia, España, Nueva Zelanda o Estados Unidos, entre otros. Si el mundial de Francia 2019 significó un quiebre en la concepción general sobre el fútbol femenino, este último certamen elevó la vara de rendimiento deportivo y terminó de derribar el mito de que el fútbol femenino no mueve el mercado.

El mundial terminó con la coronación de España, ya consolidadas como potencia mundial, y las co-organizadoras llevándose un histórico cuarto puesto. No tiene sentido caer en futurologías sobre qué pasará con el fútbol femenino mundial los próximos años, pero si algo nos dejó el campeonato son dos certezas ineludibles: cuando hay apoyo al fútbol femenino el rendimiento acompaña con resultados y si la visibilización se equipara con los mundiales masculinos las audiencias responden efusivamente. Quedará ahora en manos de las Federaciones el camino a seguir, los fondos a destinar y el trabajo puertas adentro para una profesionalización absoluta del deporte.

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