Uruguay participa del XLV Sudamericano de Deportes Acuáticos, y a partir del lunes 22 de marzo se presenta en Waterpolo, tanto en la rama femenina como masculina. Zona Mixta conversó con Emiliano Gorga, jugador de la celeste, Licenciado en Educación Física, que con sus 31 años nos cuenta los desafíos y expectativas en tienen puestos en el torneo que se desarrolla en Buenos Aires.
¿Cómo es el desarrollo del waterpolo en Uruguay? ¿Qué aspectos son positivas y cuáles negativos, o debilidades a mejorar?
El waterpolo es un deporte que tiene una larga historia en el país. Desde principios del siglo XX ya había cuadros consolidados. Uruguay tiene en su haber la conquista de cinco campeonatos sudamericanos: 1929 (el primero que se organizó, en Chile), 1937, 1938, 1941 y 1949. Tuvo continuidad hasta la época de la dictadura (1973-1985) y en el retorno a la democracia se continuó con la práctica y empezaron a funcionar los clubes. Actualmente están: Biguá, Club Banco República, Club Atlético Olimpia y también un cuadro de la ciudad de Paysandú. También contamos con gente que están jugando en Hebraica, pero no lo hacen de forma federada. En su momento, en el departamento de Florida hubo un equipo, así como en los clubes Neptuno y en la Asociación Cristiana de Jóvenes.
Como cosas positivas, el deporte es muy sano, completo, atlético y la gente que empieza a jugar lo continúa por varios años. Contamos con la Federación Uruguaya de Natación (FUN), que viene organizando los campeonatos federales desde sus inicios. Allí se forman los jueces y organizan las competencias.
En cuanto a lo negativo, un punto puede ser la infraestructura. Se necesita una piscina profunda, y de hecho, para hacer los partidos se necesita la piscina entera. Según la reglamentación de la Federación Internacional de Natación (FINA), las medidas son de treinta por veinte metros, por lo que se necesitaría una piscina de 50 metros, quitarle diez metros de cada lado, y de ancho que ocupe los ocho cubos. Evidentemente en Uruguay solo tenemos una piscina que es la de Campus de Maldonado. Por lo tanto, en la mayoría de los equipos en Uruguay se entrena en 25 metros, y hasta menos porque la parte llana no se utiliza demasiado. La otra cuestión es la alta especificidad técnica del deporte: uno tiene que saber nadar para jugar, y tener un buen desarrollo de los estilos y los sistema energéticos, para después sí ingresar en los elementos técnicos y tácticos, que son complejos como en todos los deportes colectivos. Por tanto, la infraestructura y las exigencias técnicas, tácticas y físicas son relevantes.
¿Cuáles proyectos o iniciativas consideras que son un camino deseable para el fortalecimiento de este deporte en Uruguay?
Para el desarrollo del deporte sería bueno que los clubes que tienen piscinas se animen a dedicar horas, profesores y cubos para la enseñanza del waterpolo. Se necesitaría una enseñanza bien consolidada de la natación para los niños y que a partir de los 12 o13 años puedan elegir entre la natación, el waterpolo o la natación artística. Lo otro es que la importancia del material (arcos, pelotas) siempre se hace desde la iniciativa de los clubes privados, lo cual termina siendo costoso tanto desde lo económico como desde la gestión. Lo ideal sería armar algo centralizado, ya sea desde la Secretaría Nacional del Deporte o desde la FUN, que apoye estas compras de elementos y se distribuyan por las diferentes piscinas para que se pueda expandir más la práctica.

¿No es medio paradójico que Uruguay, con la cantidad de costa que tiene, no tenga mayor desarrollo en los deportes acuáticos?
Hasta antes del siglo XX la humanidad vivía de espaldas hacia el mar. En términos históricos es bastante reciente esto de acercarse al mar y desarrollar actividades. Lo otro refiere a lo peligroso que es el mar, se tiene mucho respeto y en algún punto bastante miedo. Para las personas que no manejan las técnicas de nado (traslados, inmersiones, flotabilidad) evidentemente es peligroso y se puede poner en juego la vida. Se necesita una educación acuática para moverse en el medio con soltura, que eso te lo dan los recursos humanos y el espacio para trabajar con gente.
A nivel de política pública, recién en el año 2008 es que aparece algo de actividades acuáticas en el programa de Educación Primaria, y el acceso a las piscinas es algo muy complicado para las escuelas. Eso limita mucho el desarrollo masivo, que sería algo muy bueno y saludable, ya que hacer actividades en el agua genera un desarrollo físico muy alto, porque tiene un gran desarrollo aeróbico y nulo impacto, siendo ideal para el cuerpo. La limitante de los recursos e infraestructura siempre ha existido, y las piscinas en general están en manos de los privados. Hay piscinas públicas, que en la mayoría de los casos a nivel nacional son abiertas.En el año 2013 se techaron las de las plaza 7 y plaza 11 de Montevideo, así como en el departamento de Maldonado también se lograron techar algunas. Mantener una piscina es costoso, aunque entiendo que pueden ser inversiones que beneficiaron a la ciudad y población en general.

¿Cómo es un día “habitual” de ustedes en la preparación del torneo?
Para la preparación para este sudamericano arrancamos a entrenar en enero en una preselección de 27 jugadores. Los que viajamos somos 13: 2 goleros y 11 jugadores de cancha. Empezamos entrenando en las instalaciones de Biguá, 3 veces por semana y luego cada uno fue entrenando en su club o piscina que podía acceder para seguir completando metros de entrenamiento.
También pudimos conseguir ir los sábados a Maldonado, ya que la del Campus es la única piscina de 50 metros que nos permite vivenciar el juego, lo cual es fundamental. Es muy distinto hacerlo ahí en comparación con las piscinas de 25 o menos metros, ya que los arcos te quitan una parte, jugando sobre 23 metros. Esos 7 metros menos te cambian totalmente las dinámicas de la ocupación de los espacios, los traslados. Entrenamos de noche, porque necesitamos toda la piscina y por lo general los clubes nos prestan la misma después que terminan sus clases sociales y de enseñanza.
¿Han tenido algún apoyo económico o de algún tipo para la participación de la selección en el Sudamericano?
Hay apoyo de la FUN con los hisopados, el transporte y con toda la parte logística. Con la pandemia ha sido muy difícil conseguir recursos por el lado de los sponsors, que están retraídos. Nosotros también ponemos un poco de lo nuestro para participar del Sudamericano. Evidentemente es un deporte amateur, deporte menor, y somos todos conscientes de que sale por amor al arte y cada uno tiene que poner un poco de sí para participar y llegar lo mejor preparado posible. Siempre es disfrutable, y todo lo que se pone genera cosas y vivencias muy interesantes, que tiene que ver con meterse en la historia del deporte, y es un hecho importante a nivel nacional, regional y hasta internacional, ya que vamos a jugar contra jugadores profesionales que lo hacen en el primer nivel de las ligas de Europa.
¿Existe algún jugador/a uruguaya que sea profesional o esté desarrollándose en el exterior?
En este momento hay un jugador uruguayo que lo está haciendo de forma profesional en España. Se llama Santiago San Martín, y juega de boya, que vendría a ser una especie de pivot en handball o basquetbol. Fue goleador sudamericano en el año 2016. Son jugadores fuertes, inteligentes y con los cuales siempre se intenta definir con ese jugador. Ha venido en algunos procesos de selección. En esta oportunidad -con la pandemia- era complicado que pudiera venir. Otras veces ha venido y todos nos beneficiamos y aprendemos cuestiones físicas, técnicas y tácticas, modos de entrenamiento y movimientos con él.
En esta selección uruguaya vamos con una fuerte renovación, todos de la liga local, y buscamos generar un proceso que permita de acá a cuatro años tratar de consolidar un equipo competitivo a nivel regional, y obviamente con los pies en la tierra, conociendo las limitantes que tiene el deporte amateur en el Uruguay. Vamos a jugar contra equipos como Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela, que están están plagados de deportistas profesionales, pero la idea es poder potenciarnos y también respecto a la formación cívica-política que implica participar en un evento como este sudamericano, así como hacerlo desde un deporte colectivo como es el waterpolo.