l   marzo 29, 2017   l  

Raúl Esnal En el nombre del padre





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El 15 de diciembre de 1993, el futbolista uruguayo Raúl Esnal es brutalmente asesinado en la ruta entre Ahuachapán y Acajutla, en El Salvador. Mientras iba a entrenar, lo alcanzó una ráfaga de ametralladora proveniente de una camioneta que pasó por su lado. El caso nunca fue resuelto.

El Salvador es uno de los países más violentos del mundo, donde la mayoría de las muertes violentas están vinculadas al accionar de las pandillas o maras. Estos grupos fueron fundados por salvadoreños deportados desde EE.UU. en la década de 1980, y llegaron a crecer hasta convertirse en los principales grupos criminales de El Salvador para luego extenderse a otros países. Se trata de un verdadero flagelo social, con influencia en todos los órdenes de la sociedad, incluido el fútbol. Está muy fresco el hecho de que Sebastián Abreu no pudo usar el número 13 en el Santa Tecla F.C, por estar ese número vinculado a una de las principales maras (la Mara Salvatrucha). En 2015, El Salvador tuvo la tasa de homicidios más alta del mundo (103 por cada 100,000 habitantes), cerró 2016 con 5.278 homicidios (14,4 diarios) para una tasa de 81,2 por cada 100.000 habitantes, y durante los primeros 10 días de 2017 se habían registrado 99 homicidios, un promedio de 10 muertes violentas diarias.

“Lo que pasó con mi viejo quedo impune, nunca se supo. Hay un par de teorías, pero es todo en el aire. Nunca se supo nada, nunca se indagó mucho tampoco porque nosotros al año nos fuimos para Uruguay y quedó todo prácticamente así. Hasta el día de hoy no se sabe, hay un par de historias que son bolazos, pero no se pueden afirmar porque no hay pruebas de lo que se dice”. Quien habla es Raúl Nicolás Esnal, el que lleva el nombre del padre, y al que conocí en 1995 cuando llegó desde El Salvador a jugar a los juveniles del Miramar Basketball Club. El Nico era el único del plantel que “la hundía”, tenía acento centroamericano y era “el hijo de Esnal, el que jugaba en Wanderers”. Pero atrás del compañero que venía de un lugar muy lejano; había una historia de orgullo, y también de impotencia e injusticia por la pérdida. Una pérdida tan enorme como dicen que era Raúl Esnal, el recio “Archie”, el que sigue dando miedo en cada foto.

Wanderers monumento a la carretaEl sobrenombre de “Archie” con el que lo conocen los hinchas de Wanderers, se lo debió a Archie Moore el boxeador, según me cuenta Nico. “A él le gustaba hacer boxeo y estaba yendo a una academia, hasta el día que mi abuelo lo encontró y se lo llevó a patadas en el culo para casa, porque mi abuelo no quería saber de nada con el boxeo”. Integrante del Salón de la Fama del Montevido Wanderers, Esnal nació el 23 de abril de 1956 en Las Piedras, ciudad que unió su camino al del equipo bohemio en 1969, cuando en un hecho histórico la asamblea de socios decide mudar allí al equipo en lo que sería un antecedente para la incorporación del fútbol del interior al círculo profesional capitalino. Durante su estadía pedrense, Wanderers aumentó su padrón de socios en 8 mil personas; e incorporó a varios oriundos de esa ciudad que con el tiempo llegarían a ser de los jugadores más destacados de su historia.

Raúl hizo las inferiores en Wanderers, y debutó en el primer equipo en 1977, el año en que nació Nicolás, el primer hijo (que vino al mundo mientras su padre vivía su primera concentración). Alto, robusto y de gran resistencia, cuentan que era un obstáculo infranqueable para los delanteros contrarios. Su gran personalidad hacía el resto, haciendo sentir el rigor si era necesario. A comienzos de 1978 se consolidó como titular, y a partir de 1980 conforma la pareja de zagueros con Gualberto de los Santos. En esos años, el “triángulo final” de Wanderers era una oración repetida de memoria por todos los hinchas bohemios: “Acuña, Esnal y De los Santos”. Esa temporada, Wanderers llega al vicecampeonato uruguayo, perdiendo el mismo con Nacional (que sería campeón del mundo). El periodista Martín Lees, también pedrense y bohemio, recuerda a Esnal como un gran profesional de físico exuberante y gran pegada. Potente, de buen juego aéreo y recio. “Se hacía respetar más allá de la fiereza con la que te miraba cuando te encaraba. Y muy profesional, yo tengo clarísimo que él se entrenaba mucho, se cuidaba mucho, y por eso llegó a lo que llegó”, cuenta. También recuerda que enterarse del asesinato de Raúl significó una tristeza muy grande, y una enorme injusticia por la clase de persona que era. “Era una persona muy querible. El “Archie” era un tipo con el que era muy fácil vincularse, hacerse amigo o tener una relación de afecto”.

Esnal selección 1983En Internet se puede encontrar una sola foto que registre su paso por la selección uruguaya, con la que jugó 4 partidos y se consagró campeón de la Copa América de 1983. En ella, se lo puede ver inmortalizado junto al “Chifle” Barrios (otro pedrense), el “Loco” Luis Alberto Acosta y el “Pájaro” Néstor Montelongo, todos de Wanderers. Ser de Las Piedras e hincha de Wanderers, daba varios motivos para sentirse orgulloso durante aquella Copa América. “Para nosotros los pedrenses era todo un orgullo tener a Juan (Mulhetaler), a Raúl (Esnal) y al “Chifle” (Barrios) en la Selección”, rememora Lees sobre esas épocas tan distintas a la actual. A propósito, cuenta una anécdota que solo ha relatado en alguna charla entre amigos. Después de uno de esos partidos de Copa América a Estadio lleno, cuando subieron al ómnibus rumbo a Las Piedras con sus amigos, se llevaron una sorpresa: “Cuando subimos, miramos para el fondo, ¿y quién venia sentado allá en el último asiento? El “Archie” Esnal, que venía de jugar un partido con la Selección Uruguaya, cosas que si uno las cuenta hoy son como de ficción, ¿verdad? El tipo que había estado en un Estadio Centenario lleno, con toda la euforia, y toda la parafernalia de un partido de selección, se iba para Las Piedras con el resto de la gente, tranquilo, con su bolsito. Una imagen que sinceramente que si hoy la pudiéramos mostrar seria maravillosa, de lo que era en aquel entonces el futbol profesional”.

En El Salvador todavía recuerdan a Raúl Esnal, donde desarrolló casi toda su carrera luego de irse de Uruguay (con apenas un pequeño paso por el fútbol argentino entre medio). Al igual que en Uruguay, todo el que lo conoció habla de su carisma, de su liderazgo, de su calidad de persona, de lo fuerte y temperamental que era dentro del campo y lo respetuoso que era fuera de la cancha. Sobrio, completo, metedor, los hinchas más veteranos de Wanderers todavía lo recuerdan liderando a aquel equipo que estuvo a 90 minutos de una semifinal de América, metiendo a Olimpia de Paraguay adentro de un arco.

Pero detrás de ese jugador típico de los ’80, había un padre. Un padre que se fue demasiado pronto, a los 37 años. “Él era grandísimo, y mi imagen como niño era que tenía a Superman de padre “, dice Christian, el más chico de los varones Esnal. Nacido en El Salvador, siguió los pasos de su padre como futbolista profesional, incluso vistiendo la camiseta de Wanderers, pero no recuerda haberlo visto jugar porque tenía solo 7 años cuando ocurrió la desgracia. “En mi niñez todos querían ser Maradona, Pele etc. Yo ser igual a mi ídolo Raúl Esnal; mi ejemplo, mi guía, mi inspiración, mi todo”.

Esnal barridaNico tenía 16 años cuando mataron a su padre. Sus recuerdos son mucho más nítidos que los de Christian. Recuerda perfectamente que Julio Acuña, Juan Mulhetaler, el “Bagre” De los Santos, De Simone, el “Chifle” Barrios y el “Cacho” Yañez eran los amigos más cercanos de Raúl en Wanderers; que jugó con “el Enzo” y que estaba en cancha en el partido que quebraron a Morena contra Venezuela. También recuerda que el último partido que lo vio jugar fue Metapan contra FAS el anteúltimo año que jugó, y que en la última temporada no vio ningún partido. “Lo que más me acuerdo de la selección fue el partido de Uruguay contra Venezuela en el Centenario cuando quebraron a Morena. Él fue uno de los que salió a correr al venezolano cuando se tira para el túnel, él y el Loco Acosta, fue una de las cosas que más me quedaron presentes”.

¿Cómo recuerdan a Raúl Esnal sus hijos? Para Nicolás, “Esnal jugador era un poco lento, no muy técnico, pero sí muy seguro. Esnal padre era estricto, perfeccionista, y no la cagaras porque penitencia segura. No era de pegar”. Como muchos futbolistas, Esnal era muy afecto a las cábalas. “Por ejemplo, cuando jugaba en Wanderers, yo salía de mascota contra Peñarol y mi hermana le tocaba salir contra Nacional. Tenía esas cosas que siempre las usaba, yo de mascota contra Nacional no salía y mi hermana no salía contra Peñarol”, recuerda Nico, y remata contando de qué equipo era hincha su padre: “Él era hincha de Peñarol, tiene una anécdota que jugando en tercera hace un gol Peñarol y se para y lo grita, y se da cuenta que estaba en el banco de Wanderers. Se tuvo que sentar y bajar la cabeza. Siempre la contaba esa”.

También está el recuerdo de un hijo que por su memoria de niño no recuerda mucho (Christian tenía 7 años cuando lo mataron), y no recuerda haberlo ido a ver jugar. Sin embargo, recuerda al padre alegre y extrovertido que cuando estaba en casa garantizaba la alegría con el equipo de música siempre sonando; al padre callado pero que daba muchos consejos, al que a nadie le gustaba hacer enojar. También lamenta no haber tenido mucho tiempo de haberlo hecho enojar.

Algunas veces, los hombres tienen a su alcance la posibilidad de evitar que las desgracias se repitan. Fue lo que le pasó a Christian, quien tuvo que dejar atrás una carrera futbolística en su país (llegó incluso a jugar en la selección de El Salvador) para proteger a su familia y evitar repetir la historia de su padre. “Un día, saliendo del entrenamiento me sonó el celular. Me dieron todos los datos de mis hijos, esposa, lugar donde vivía, auto que manejaba, dónde estudiaban mis hijos y color de uniforme, días que ellos estaban solos sin mí. Todo me dijeron, y me dieron 48 horas para hacerles un pago si no los mataban”. Esa gente sin corazón ni piedad, que se agarra del lado que más duele, es para Christian algo que día a día crece más y jamás va a terminar. Y no dudó a la hora de dejar El Salvador: “Pesó mucho lo que paso con mi padre, ya que incluso hasta la fecha tengo equipos que quieren que vuelva y preferí retirarme a arriesgar que el futuro de mis hijos sea sufrido y sin padre como lo fue el mío”.

Montevideo Wanderers de 1980Nico volvió a ir a El Salvador hace 4 años, cuando estaba jugando Christian, y estuvo en un par de canchas donde había jugado su padre. Inevitablemente, los recuerdos encontrados afloraron, pero lo llevó bien. Al igual que en la película que da nombre a esta nota, y al igual que la vida misma, esta no es más que la historia de un padre y sus hijos, y deja la sensación de que hay algo que ni la injusticia más atroz te puede quitar. ¿Respuestas? Ninguna, quizás por falta de testigos y pruebas, o por falta de voluntad. Tal vez, la tranquilidad para el que cree en Dios está en saber que se hará justicia, como cree Christian: “Allá arriba esta alguien que todo lo ve, y tiene una mesita con una factura para cada uno. Y nadie se va de este mundo sin que se la den”.

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