¿Quién hubiera pensado en que Fidel Castro tenía tremendo desempeño como extremo de la derecha? Recordamos su paso por el equipo de fútbol del Colegio Católico de Belén en La Habana que tenía como entrenador al administrador del colegio Pedro Ferré Elías.
Por Jonatan Scheffer
“El deporte tiene más capacidades que los gobiernos en derribar las barreras sociales”, solía proferir Nelson Mandela en cada uno de sus discursos, como calco de sus accionares y de sus convicciones. El fútbol, claro ejemplo de dicha premisa, conjugó y conjuga la diversidad de clases a lo largo y lo ancho de la historia. Esto nos traslada hacia Cuba, más precisamente en uno de los grandes iconos de la revolución que en 1959 se llevó a cabo allí mismo: Fidel Castro.

Pero antes de ser aquel exponente de la lucha contra el imperialismo, uno de los tantos ídolos de Diego Armando Maradona también pasó por el mundo de la redonda. Quién supo de ello mismo fue el sacerdote jesuita Pedro Pablo Ferré Elías, en La Habana. El Colegio Católico de Belén arrancó por fundarse en La Habana, más precisamente en 1864 por medio de un grupo de sacerdotes jesuitas. Este mismo instituto se trasladó con el tiempo a Miami, siendo hoy una de las escuelas católicas más emblemáticas de los Estados Unidos.
En épocas de sometimientos despóticos llevados a cabo por la derecha imperialista cubana, Fidel Castro estudiaba allí. Con su tinte privado sólo algunos pocos podían llegar a estudiar en él. El deporte, como herramienta inclusiva no escapaba al programa del establecimiento y aún sin ser el primer deporte por preferencia cultural, el fútbol agrupaba a muchos alumnos, entre ellos al líder de la revolución. Pero todo equipo proviene de organización y procederes técnicos/tácticos, aquí es donde aparece la figura de Ferré Elías, sacerdote que hacía las veces de administrador del colegio, árbitro y entrenador de fútbol. Fue este mismo quien ubicó a un por entonces joven Castro en el ataque, como interior derecho de aquel sistema 1-2-3-5 (ya extinto desde hace tiempo). Paradójicamente una ubicación en la cancha opuesta a su posición política.

“El Hermano Magdaleno era el que nos organizaba y Ferré le dijo que escogiera a tres de nosotros”, manifestó en reiteradas veces Armando Montes de Oca Arce, alumno que compartía equipo con Fidel. El mismo sacerdote recorría Belén para incorporar a niños en el equipo que competiría en la Liga Intercolegial Habanera. Tal es así que hasta el ya fallecido líder político reconoció que “era un delantero que corría bastante. Fue en quinto grado cuando empecé‚ en el colegio Dolores, en Santiago de Cuba, en un patio de cemento, y el balón no era como los de ahora. El fútbol me ayudó a tener voluntad, a ejercer mi capacidad de resistencia física, me produjo placer, satisfacción, espíritu de lucha y competencia”.

Puentes Grandes, reconocido por su pasión futbolística y sede del estadio La Polar, supo ser la localidad testigo de un equipo que descubrió un talento oculto en Fidel Castro llegando a grandes actuaciones como en un cruce de colegios ante Casa de Beneficencia, venciéndolo por 4 goles a 0. Si bien no se recuerda con amplios y gratos recuerdos al jesuita Ferré (mucho de esa camada de curas fueron desplazados por sus vínculos con la extrema derecha de aquellos tiempos, cuando la escuela mudó su sede a Miami), sólo queda remarcar su visión de presagiar dotes, que no sólo tenía en el rubro político, el entrañable líder cubano.
Esta nota fue previamente publicada en el sitio Lástima a nadie, maestro