El encuentro estaba pactado a las 19 horas en el Centro de Alto Rendimiento de la FUBB, luego de la práctica dirigida por coach Signorelli. El entrevistador llega 10 minutos antes y, creyendo que es el primero en acudir a la cita, se sienta en la tribuna a esperar la llegada del equipo de producción y, obviamente, del propio entrevistado, que suele ser el último en aparecer.
Mientras tanto, ve a Calfani charlando por ahí, así como a Jayson Granger y al Nano Parodi subiendo recién bañados desde el vestuario.
«Se debe estar terminando de vestir…le voy a mandar un mensaje para que sepa que ya estoy acá», se dice el entrevistador, un poco ansioso, mientras ve como la práctica de la selección femenina juvenil está a punto de comenzar.
La respuesta, vía SMS, es inmediata y clara: «Estamos en el gimnasio».
Al llegar allí, el entrevistador ve con sorpresa que ya está todo pronto: cámaras, luces y micrófonos en sus respectivos lugares. Y, obviamente, Bruno Fitipaldo listo para comenzar, esperando tranquilamente en la silla que le asignaron. La mala noticia era que lejos de ser el primero como creía, había sido el último.
«Terminamos un poco más temprano de lo previsto. Los vi a ellos con las cámaras y me imaginé que era por la nota, así que decidimos venir para acá e ir preparando todo hasta que vos llegaras», aclara el entrevistado, que se parece momentáneamente a un productor general.
Así es el base de la selección uruguaya de básquetbol. Un tipo sereno y sencillo al extremo, pero también decidido a la hora de ejecutar y resolver. Así es en la cancha y así es fuera de ella.
Zona Mixta entrevistó a Bruno Fitipaldo para hablar de la selección, pero fundamentalmente para recorrer su carrera profesional, un camino no tan largo todavía, pero sí bastante intenso en cambios y vivencias.
En solo tres años vivió en las dos orillas del Río de la Plata, a orillas del Mar Tirreno y a orillas del Mar de Mármara, al tiempo que pasó de la modesta competencia local a la poderosa EuroLiga, el nivel más exigente del mundo FIBA.
Él siempre parece estar pronto para el próximo paso, dispuesto a encarar el siguiente desafío, incluso sabiendo que el final puede no ser del todo feliz.
Sabedor de que los obstáculos son parte de esta historia, él va calibrando las opciones que se le presentan, como si estuviera con la pelota en sus manos, jugando un pick&roll.
Parece un poco tímido, pero también muy seguro. No es que regale carcajadas, pero es muy cordial. No es de respuestas largas, ni tampoco de frases efectistas, pero aún así dice mucho, porque PIENSA mucho y esconde poco.
Así es Bruno Fitipaldo, un capitán de 26 años, que no oculta su ilusión de liderar a la primera selección uruguaya en jugar un mundial desde 1986.