Zylberstein, el técnico que consiguió que Hebraica se quede hasta el final de la Liga
Es la noche del día anterior a la primera final. Hace apenas un rato que se hicieron públicos los nombres de los colaboradores de Marcelo Signorelli en el cuerpo técnico de la selección. Leonardo Zylberstein resultó ser uno de los elegidos, justo en medio de la preparación de su Hebraica y Macabi para la definición de la LUB. Nunca antes dirigió una final de Liga como entrenador jefe. Nunca antes integró el cuerpo técnico celeste. Pero por joven que sea, al DT no se lo ve ni nervioso ni eufórico en medio de su mejor momento profesional. Todo lo que transmite es una asombrosa tranquilidad. Eso que los dirigentes de Macabi fueron a buscar cuando le ofrecieron el cargo en medio de los malos resultados que hace poco complicaron a uno de los planteles más talentosos y cotizados del medio.
En el discurso y en el aspecto, Zylberstein honra una calma a la que asocia con su vida toda, más que con la deportiva. “Me han pasado un montón de cosas que tomé con mucha tranquilidad”, dice. “Trato de pensar mucho, de no guiarme por sentimientos”, continúa, antes de reconocer que está “disfrutando de este momento”. Y explica por qué: “No sé si se me va a presentar nuevamente”. La no repetición es una posibilidad. Aunque la reiteración de oportunidades semejantes también lo es, si se tiene en cuenta que sólo tiene 36 años. Pero hay, en buena parte de lo que dice, cierta intención por mantener un perfil más bien bajo. Quizás por eso nunca se haya animado a recordar con Leandro García Morales las finales de juveniles en las que ambos se marcaron. Leo, defendiendo como escolta a aquel Welcome poderoso de hace algo más de 15 años. Lea, jugando para Biguá en el mismo puesto, antes de recalar en Estados Unidos. Hoy son técnico y dirigido.
La de Welcome fue una de las varias camisetas que Zylberstein defendió como jugador. También vistió las de Urunday Universitario, Atenas, Reducto, Goes, Olivol Mundial y Hebraica. “No hubiese jugado en ningún otro equipo”, asegura, justo antes de encarar el amargo recuerdo de la desafiliación macabea del ’97, que lo obligó a arrancar con su bolso a otra parte. Tal sentido de pertenencia es la imprevista consecuencia del laburo de Bernardo, su padre: Zylberstein grande era entrenador de volley del club y Leo lo jugaba, hasta que un día un técnico de las formativas del básquet le puso el ojo y le cambió la vida. Cuenta que le dijo “hacé una bandeja, pibe”. Y la hizo sin saber que se estaba jugando una final de Liga y un contrato con la FUBB.
También profe de educación física, Leo Zylberstein encarna a la perfección al uruguayo multi empleado. Fue asistente de más de un entrenador del club, como pasó con Fabio Demti, el argentino al que secundó cuando arrancó la temporada y al que sustituyó cuando dejó el equipo. También trabaja en las inferiores macabeas. O sea: conoce al detalle la manera de ser de ese “grupo de amigos que tienen como hobby el básquetbol”. Son los dirigentes de Macabi e ilustran lógica de funcionamiento de un club distinto a los demás, en el que se separa mucho “lo social de lo deportivo”. La diferencia se completa porque la institución es una expresión deportiva de la colectividad de la que Leonardo es parte. “Soy judío pero no soy practicante al máximo de todas las cosas”, explica.
Es que ciertos rituales precisan de tiempos incompatibles con un básquetbol cada vez más demandante. Que durante unos cuantos días lo tuvo pensando en cómo hacer para suplir a Sebastián Izaguirre, a quien considera el único jugador “que no tenía reemplazo natural”. Se lesionó justo después del Súper Cuatro, en el que su equipo se impuso con el “Tallarín” en cancha. Pero hubo que adaptarse al vacío y llenarlo con más minutos para Jimmy Boston y Agustín Zubich y, de paso, darle complemento defensivo al goleo garantizado por Leandro y compañía. El DT reconoce que trató de enfocarse en la defensa, “el rubro que teníamos que mejorar”, y no expresa mayor preocupación por la marca con la que debe lidiar García Morales. “Lo vienen marcando desde que volvió de la universidad”, comenta. Y destaca que Leandro también es “un muy buen asistidor”, como por si acaso. Por ahí andan las principales armas de las que se vale el nombre más nuevo de los no muchos escritos en la todavía corta lista de técnicos finalistas de Liga. Una nómina que va desde la “a” de Alberto Espasandín o Alejandro González hasta la zeta de Zylberstein.
2 comentarios
Exelente nota sobre un joven tecnico que lo vi iniciarce en las divisiones inferiores de Macabi tiene que ver su personalidad y tambien su formacion familiar me refiero a sus padres y hermana que siempre lo acompañaron desde el primer partido que jugo y dirigio por todas las canchas le deseo el mayor de los exitos y no quiero olvidarme de su señora que siempre esta junto a el
Un fenómeno este muchacho hay que darle pa delante es joven y es lo que necesita nuestro basket gente con mente fresca y con ganas de aprender. En cada tiempo que pide macabi me sorprende como todo lo que planifica sale perfecto , eso es trabajo.